viernes, 2 de octubre de 2009

CINE Y LITERATURA

DOCUMENTO DEL VALOR HISTORICO DEL CINE
Por Lic. Jorge Luis lanza Msc. Pastor Omar Alfonso Pació
“La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás, y lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será.”
Desde su aparición en los albores del siglo XX el cine ha sido considerado una fuente de conocimiento histórico. Su valor en este sentido es hoy incuestionable, aunque muchos se empeñen en verlo solamente como un medio de entretenimiento y evasión, sobre todo en un mundo en el que el cine ha devenido una mercancía más de esa compleja maquinaria que es el mercado. Profundizando en la medida de su evolución artística y tecnológica, también se ha consolidado como documento para recordar hechos memorables, ya sea de épocas remotas como del mundo contemporáneo, pues a través del poder de las imágenes y la posterior incorporación del sonido en 1930 se conoce la vida del hombre en una época determinada, desde sus conflictos hasta sus más preciadas conquistas; su valor como testimonio de una época en toda su plenitud es admirable, razón por la que el cine es utilizado cada día más en la didáctica de las ciencias sociales y en particular para la enseñanza de la Historia y la aplicación de la Lingüística, con todo el potencial que permite un valioso intercambio comunicativo. No son pocos los docentes que en la actualidad recurren a este medio para hacerle llegar a sus alumnos los conocimientos históricos o de una lengua específica, usando formas mucho más dinámicas que la clase tradicional. Sin pensar que la tecnología pueda sustituir al profesor, sino que viene a ser un complemento del rol que desempeña quien enseña importantes disciplinas; he ahí la esencia de este trabajo que versa sobre el valor didáctico del cine en la enseñanza de la Historia y de la Lengua Española, a partir de la experiencia que se desarrolla entre los departamentos de Estudios Socioculturales y Español, como una forma amena de trabajo interdisciplinario.Según los historiadores Ricardo Ibars Fernández e Idoya López Soriano el valor del cine para el conocimiento de la Historia depende de dos factores principales: 1. La capacidad del espectador para entender la película e interpretarla como una manifestación más de un momento histórico determinado así como su capacidad para seleccionar y distinguir los elementos del argumento de una película que realmente tiene valor histórico de aquellos que son solamente dramáticos y que sólo sirven a la narración.2. El uso crítico que el historiador haga del cine como herramienta para enseñar Historia. Ese uso exige una capacidad crítica y de selección no sólo de los elementos históricos del argumento sino también de los restantes elementos que componen una película (guión, montaje, producción, etc.
Para ambos “la enseñanza de la Historia mediante el cine requiere unas habilidades críticas y selectivas por parte del docente de los contenidos de la película y también por parte del espectador para poder aprovechar ese aprendizaje.”
Sucede que el cine, aunque no sea del género histórico propiamente, implica un visionaje e interpretación crítico tanto por parte del espectador que recepciona el texto cinematográfico como por el docente que imparte la disciplina, pues con el cine por sí solo es imposible el aprendizaje de la Historia, se requiere de la habilidad del profesor como una guía indispensable para el éxito de esta actividad, además de ciertos conocimientos históricos previos, sobre todo en el momento que vive el cine actual, donde la industria del cine suele utilizar la Historia al servicio del espectáculo como vía de maximizar los éxitos de taquilla; no olvidemos los tantos intereses económicos que se mueven en la esfera de la producción en esta Industria, fundamentalmente en Hollywood, en el que generalmente se recurren a mecanismos efectistas para garantizar el interés de un público mayoritario, ávido de entretenimiento facilista, quien generalmente no se detiene a pensar en cuestiones que vayan más allá del marco vivencial que caracteriza al espectáculo cinematográfico en sí, tales como aspectos relacionados con el pensamiento de una época, la ideología, la mentalidad y la sociedad con toda la complejidad que ésta encierra. Nadie puede aprender Historia sólo mediante una película. Alguien que lo hiciera así obtendría una visión distorsionada de la misma que no se ajusta a la realidad. Por esas razones y muchas otras, hay estudiantes que no son capaces de analizar por separado aquellos elementos de naturaleza histórica de aquellos que solamente pertenecen a la ficción y al aspecto dramático de la obra, inclinándose por el lado más lineal en cuanto a la interpretación, esfera que obliga a tener un cierto dominio de las mismas claves y códigos que utiliza el realizador del film para poder decodificar la dimensión histórica que subyace en el discurso cinematográfico. Expliquemos esto a través de varios ejemplos de la Historia del Cine: en un filme como El ciudadano Kane (1940), del destacado cineasta Orson Welles, el trasfondo histórico puede pasar inadvertido para aquel espectador que no tenga las herramientas necesarias que le permitan extraer la información histórica del resto de la estructura que compone el filme; pues aunque éste no responda al género histórico directamente, sí es capaz de narrar la vida del magnate de la prensa norteamerican
William Randors Hearst a través de un personaje ficticio como Charles Foster Kane. Tanto éxito obtuvo la cinta que se ha convertido en un clásico de todos los tiempos, uno de los filmes que revolucionó el lenguaje cinematográfico de su época. Ahora, si nos preguntáramos por qué una película como ésta tuvo tanta aceptación por parte del público estadounidense, sencillamente porque constituye no sólo un testimonio de la sociedad de su época, sino también por la forma en que es trasmitido este conocimiento, de modo que cualquier persona de aquella época podía identificarse con las figuras representadas en la cinta, al fin de cuentas qué es el cine sino un reflejo de la vida humana en sus múltiples manifestaciones; he ahí donde radica su poder de influir como ningún otro medio en la compleja mentalidad del hombre.
Hay otros filmes que recrean el lado más espectacular de lo histórico, mostrando muchas veces una visión distorsionada del hecho en sí y del contexto histórico en que éste se enmarca, tales como: Gladiador (2000), de Rinley Scot; Troya, de Wolfgan Petersen; Alejandro, de Oliver Stone, y muchas de las famosas superproducciones estadounidenses de la década del cincuenta y sesenta, que aunque fueron filmes de gran vuelo artístico y que marcaron además un hito en la cinematografía de la época, sobre todo por la incorporación del technicolor y otras técnicas renovadoras en cuanto al lenguaje fílmico, hay que reconocer que su objetivo más bien estaba encaminado a garantizar el éxito de taquilla explotando generalmente el sentimiento religioso latente en la sociedad norteamericana en la etapa de postguerra, y es por eso que en esos años se filmaron tantas cintas al estilo de Ben Hurt, de William Wylar, Quo Vadis, de Mervin Le Roy, Los Diez Mandamientos, de Cecil B. de Mil, El Manto Sagrado, entre otros de reconocida calidad pero que indiscutiblemente mostraban un derroche tecnológico y de efectos especiales que sólo la podersosa industria de Hollywood podía costear. Como se puede ver, el cine es capaz de plasmar las ansias, aspiraciones, deseos y características de una sociedad a lo largo del tiempo, pero su poder evocador no termina ahí, pues también es capaz de reflejar en sus temáticas y argumentos los avatares y cambios políticos que jalonan la historia de un determinado país, tal y como se muestra en el filme ruso El Acorazado Potenkim, de Ensestein, en su magistral escena de la escalinata de Odessa ¿Qué mejor obra para mostrar los cambios políticos de la Historia Contemporánea a principios del siglo XX? Sin embargo, una cinta como “La Vida es bella ¨ (1997), de Roberto Benigni, apela a la historia para realizar una denuncia sobre la crueldad que caracterizó al fascismo en la Segunda Guerra Mundial, precisamente en este sentido radica su mayor virtud; además de mezclar la tragedia con la comedia como pocos filmes en la Historia, homenaje a ese genio del celuloide que fue Charles Chaplin, quien dejó para la posteridad una lágrima y una sonrisa, pero más que todo una ventana abierta al pensamiento, algo a lo que ningún verdadero cineasta podrá renunciar si quiere tocar la esencia de la sensibilidad humana.
Con todas estas riquezas del celuloide el profesor, sistematizando secuencias bien definidas del quehacer humano, puede proyectar (con sentido ambivalente) para enriquecer y estimular el interés cognoscitivo, el debate, la investigación y en fin la creación; sobre una etapa, un período o una epopeya de cualquier lugar del mundo y con esta interacción podrá generar una práctica formativa de lo social, moral, artístico, lingüístico y cultural.
Hoy más que nunca es imprescindible rescatar un recurso audiovisual como el cine, tanto para la didáctica de la Historia como de las Lenguas, según la estudiosa de los mass- media Ana Jorge Alonso: “Los audiovisuales hasta el momento solo ocupan un lugar marginal en el proceso educativo. No se plantea esta cuestión como un pacto con el diablo, sino como una forma de explotar las posibilidades reales que se ofrecen al profesional de la enseñanza.”

EL LENGUAJE AUDIOVISUAL
El lenguaje audiovisual, tiene unos elementos morfológicos, una gramática y unos recursos estilísticos. Está integrado por lo tanto por un conjunto de símbolos y unas normas de utilización que nos permiten comunicarnos con otras personas. Sus características principales son:
- Es un sistema de comunicación multisensorial (visual y auditivo) donde los contenidos icónicos prevalecen sobre los verbales.
- Promueve un procesamiento global de la información que proporciona al receptor una experiencia unificada.
- Es un lenguaje sintético que origina un encadenamiento de mosaico en el que sus elementos sólo tienen sentido si se consideran en conjunto.- Moviliza la sensibilidad antes que el intelecto. Suministra muchos estímulos afectivos que condicionan los mensajes cognitivos. "Opera de la imagen a la emoción y de la emoción a la idea" (Eisenstein).
Está claro que los mensajes audiovisuales facilitan la comunicación (vale más una imagen que 1.000 palabras), resultan motivadores y aproximan la realidad a las personas. Por lo tanto, su utilización en los entornos educativos resulta muy recomendable. Ahora bien hay que ser crítico frente a la alienación que genera un consumo masivo, disperso e irreflexivo de imágenes. Umberto Eco ya nos advierte: "La civilización democrática sólo se salvará si se hace del lenguaje de la imagen una provocación a la reflexión crítica y no una invitación a la hipnosis".
En el lenguaje audiovisual, como en los lenguajes verbales, se pueden considerar diversos aspectos o dimensiones:
- Aspectos morfológicos. LAS IMÁGENES. Sus elementos básicos son: puntos, líneas, formas y colores. Con estos elementos las imágenes pueden representar cosas que existen y también cosas que nunca han existido. Las principales características de las imágenes son las siguientes:
- Aspectos sintácticos.
- Aspectos semánticos. - El significado denotativo (objetivo), propio de la imagen. No obstante hay que considerar que en un audiovisual, el significado de cada elemento depende del anterior y del siguiente (1+1=3). "Dos imágenes juntas crean una tercera totalmente diferente" (Eisenstein ).
- Aspectos estéticos. Además de la función narrativa-descriptiva y semántica, todos los elementos formales de un producto audiovisual tienen una función estética.- Aspectos didácticos. Cuando el material audiovisual tenga una intencionalidad pedagógica, además considerará la inclusión de recursos didácticos que faciliten la comprensión y aprendizaje de sus contenidos. Entre los RECURSOS DIDÁCTICOS que facilitan la comprensión y la asimilación de los contenidos de los mensajes audiovisuales se pueden destacar: los organizadores previos, los resúmenes, la formulación de preguntas, que aseguran más los aprendizajes y mantienen la atención...
Conocer las funciones pragmáticas asignadas a cada elemento del proceso comunicativo; así como, el funcionamiento de las mismas sobre el análisis aplicado a cartel y a películas de cine.

Otro aporte: María Eugenia Guerra y Nestor Sexe han estudiado y escrito acerca de las funciones del lenguaje. La primera de ellas las nombra “funciones del acto comunicativo” y el segundo “funciones de la comunicación”, sin embargo, ambos citan y se basan en lo escrito por el lingüista y poeta madrileño Roman Jakobson, quién las nombre “funciones del lenguaje”. Ambos autores, Guerra y Sexe, retoman de igual manera las funciones que Jakobson propuso, simplemente difieren en que las ven desde su propio punto de vista.
Así mismo, Norbeto Chaves, con su teoría del cartel, retoma estás funciones y las adapta a su profesión (cartelismo), para describir y explicar cómo trabajan las funciones del lenguaje en el medio visual del cartel.





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